Existen dos tipos de etiquetado en los alimentos. Uno de ellos es obligatorio, el informativo, que nos indica por ejemplo el peso o la fecha de caducidad. El etiquetado nutricional, sin embargo, es voluntario, aunque muchos de los alimentos que compramos lo incluyen. Lo lamentable es que más de la mitad de los españoles no lo leen o les resulta de difícil comprensión. Y es una verdadera pena, porque esto indica lo poco que, por lo general, nos preocupa lo que comemos. Si leyésemos el etiquetado nutricional nos enteraríamos, por ejemplo, de que gran cantidad de productos contienen azúcar (incluyendo aunque parezca insólito, por ejemplo, embutidos) o derivados lácteos.
Un interesante estudio del Consejo Europeo de Información sobre la Alimentación y de la Universidad de Aarhus (Dinamarca) llevado a cabo en el Reino Unido (y no creo que los españoles nos alejemos mucho), muestra que el consumidor elije un producto por el sabor, y no por la salud. Si dedicásemos un poco de tiempo, cuando hacemos nuestras compras, a leer el etiquetado nutricional nos llevaríamos muchas sorpresas y a lo mejor optaríamos por cargar nuestro carro con productos más saludables.
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