Es magnífica. Es cardiosaludable, reduce los niveles de colesterol malo, la tensión arterial y la tasa de azúcar en sangre. No estamos hablando de un producto milagroso. Hablamos de la dieta mediterránea. Esa que, lamentablemente, se ha abandonado en tantos hogares españoles, lo que ha supuesto un empeoramiento generalizado de nuestra salud, ha elevado los casos de sobrepeso y obesidad y ha aumentado las enfermedades cardiovasculares, la diabetes, etc.
La Unesco, tarde, pero ya sabemos aquello de más vale tarde que nunca, ha considerado que la
dieta mediterránea es Patrimonio de la Humanidad. Nuestros abuelos, sabiamente, incluían en su alimentación diaria aceite de oliva, frutas, verduras, legumbres, pescado azul, cereales integrales y pocas grasas animales. ¡Bravo por ellos! y sigamos su ejemplo. Nuestra salud nos lo agradecerá.