Probiótico y prebiótico son dos conceptos que nos encontramos, cada vez más a menudo, en diferentes alimentos como términos ligados a la salud, aunque, por lo general, no conocemos las diferencias.
Un probiótico es un microorganismo vivo que se introduce en la dieta y que, tras ser ingerido en cantidad suficiente, ejerce un efecto positivo en la salud más allá de los efectos nutricionales tradicionales. Un prebiótico sin embargo es un ingrediente alimenticio no digerible, que produce un efecto beneficioso al estimular el crecimiento selectivo de un número limitado de bacterias en el colon. (Domingo Marquina y Antonio Santos).
Los probióticos conocidos son los lactobacilos y las bifidobacterias, que reducen la intolerencia a la lactosa, protegen ante infecciones, refuerzan el sistema inmune y reducen el riesgo de cáncer de colon.
La mayoría de los prebióticos se incluyen en el grupo de los fructanos y son utilizados en el colon estimulando la producción de bacterias lácticas y bifidobacterias. Su consumo suprime diarreas asociadas a infecciones intestinales, reduce el riesgo de osteoporosis, de obesidad y disminuye la frecuencia de cáncer de colon.
Yogur, leche fermentada, quesos o miel son fuentes de probióticos.
Los prebióticos se encuentran en vegetales y frutas y se añaden a preparados lácteos, bebidas, galletas o panes.
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