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Las malas de la película: las grasas saturadas |
En lo que respecta a las grasas, el tema se parece mucho a una película del oeste, las hay buenas y malas. Las malas (grasas saturadas) son esas que desafortunadamente hemos ido consumiendo cada vez más en los últimos años y que han supuesto que padezcamos más enfermedades cardiovasculares, que tengamos altos niveles de colesterol y de triglicéridos y que seamos más obesos. Todo un cuadro preocupante que suele comenzar en la niñez, cuando empezamos a consumir bollería industrial, platos precocinados, fritos o embutidos, y que se manifiesta en todo su esplendor en la adolescencia y la edad adulta, dando lugar a enfermedades graves.
Claro que la buena noticia es que hay grasas buenas (insaturadas), esas que forman parte de la genial
dieta mediterránea y que incluyen productos tales como los aceites vegetales (especialmente el de oliva) o el pescado (sobre todo el pescado azul: atún, sardina, boquerón, salmón, etc.), que hacen justamente lo contrario: prevenir las enfermedades cardivasculares, ya que bajan los niveles de colesterol y triglicéridos en sangre.
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