miércoles, 20 de junio de 2012

Ácido úrico y alimentación

La carne roja, uno de los alimentos a evitar
El exceso de ácido úrico o hiperuricemia se produce cuando su concentración en sangre supera los siete miligramos por decilitro y suele tener un componente hereditario. Ocurre porque falla el proceso de metabolización de la proteína purina y como consecuencia se forman unas sales que pueden acumularse en articulaciones inflamándolas, pudiendo dañarlas y provocar la enfermedad conocida como gota, que causa dolores intensos que suelen empezar en las extremidades inferiores. Con el tiempo puede derivar en artritis crónica.
Hoy sabemos que el exceso de ácido úrico en sangre está relacionado con la alimentación. Está demostrado que el consumo excesivo de proteínas de origen animal aumenta los niveles de ácido úrico.
Vísceras, carnes rojas, derivados cárnicos, pescados azules y mariscos no deben estar presentes en la dieta de los hiperuricémicos. Las bebidas con fructosa (especialmente zumos de frutas) y en general los alimentos que contengan este endulzante, también deben ser evitados. Tiene que moderarse el consumo de espinacas, espárragos, setas, champiñones, coliflor, puerros, rábanos y lentejas, habas secas y guisantes. Por el contrario el pescado blanco, el pollo, pavo y los huevos son la mejor opción como fuente de proteínas.

martes, 5 de junio de 2012

Anemia ferropénica y dieta

La anemia ferropénica se produce cuando los depósitos de hierro del organismo disminuyen, lo que provoca un descenso de los globulos rojos o hematíes. Los síntomas suelen pasar por cansancio, fatiga, debilidad y palidez.
Los bebés, niños y adolescentes (en definitiva aquellos que están en edad de crecimiento), las mujeres embarazadas o en periodo de lactancia y las mujeres durante el periodo menstrual, son los grupos de riesgo con más probabilidades de padecer una anemia ferropénica.
Ahora bien, ¿qué podemos hacer desde el campo de la nutrición para ayudar a combatir esta patología? Hay que enfocar el problema desde dos posiciones: la conveniencia de consumir alimentos ricos en hierro y, además, la introducción en nuestra dieta de aquellos que favorezcan su absorción.
Existen dos tipos de hierro: el hemo (presente en alimentos de origen animal y más fácil de absorber), y el no hemo (lo encontramos en alimentos de origen vegetal). Es importante, para las personas con anemia, aumentar el consumo de carnes, pescados y mariscos, así como de legumbres, frutos secos, verduras y hortalizas.
Para conseguir una mejor absorción lo idóneo es combinar estas fuentes de hierro con alimentos ricos en vitamina C (cítricos, pimiento, perejil...) y no abusar de los cereales integrales, té, café, chocolate, vino tinto o vinagre, puesto que dificultan el aprovechamiento.