La mayor parte de las personas con sobrepeso u obesidad tienen una percepción errónea de lo que ingieren y de la actividad física que desarrollan. Por lo general consideran que comen menos de lo que lo hacen y que se mueven más de lo en realidad se mueven.
El primer paso para iniciar un adecuado plan nutricional es analizar la dieta habitual, las causas que llevan a comer como se hace y conseguir que quien va a someterse a un cambio en su alimentación sea consciente de que ingiere más de lo que necesita. Los factores sicológicos son, pues, básicos.
Es fundamental tener en cuenta que una dieta excesivamente restrictiva puede conseguir, en principio, resultados alentadores, pero a la larga no se sostendrá y, al dejarla, se conseguirá lo opuesto a lo que se busca, ganar los kilos perdidos y probablemente algunos más.
La clave está en equilibrar nuestra dieta, comer de todo pero en menores cantidades de algunas cosas cuando el peso es excesivo. A esto debe añadirse incrementar la actividad física sin excusas. No es necesario pasarnos horas en el gimnasio, pero sí salir del sedentarismo, aunque sea andando media hora diaria a buen ritmo. No hay fórmulas mágicas más allá de concienciarnos de que nuestros hábitos de vida no son saludables y de poner remedio.